¿Y si te dijéramos que, en este mismo instante, puedes asomarte a una postal de hace más de 13.000 millones de años? La imagen más allá de la belleza: Un retrato del universo en sus albores, elaborado con el “ojo” más avanzado jamás enviado al espacio.
Colores que narran la prehistoria cósmica
Vamos directos al meollo. Las nuevas imágenes combinadas del Telescopio Espacial James Webb (JWST), mezclando la destreza de sus cámaras NIRCam y MIRI, acaban de colorear el Campo Ultraprofundo del Hubble con tonos verdes, naranjas y rojos totalmente nuevos. Y no es solo por hacer bonito: cada color revela una historia, una antigüedad, una composición química distinta. Las manchas más rojas del campo… Sí, esas que brillan tímidas al fondo, son probablemente las galaxias y estrellas más viejas y lejanas jamás vistas.
¿Lo más asombroso? Muchas de esas galaxias emitieron su luz cuando el universo ni siquiera tenía 500 millones de años. El inicio de todo. Y claro, captar esa débil luz es como afinar el oído para escuchar un susurro en medio de una tormenta. Pero el JWST puede.
¿Qué tiene de especial mirar en infrarrojo?
La cámara MIRI, esa joya de la ingeniería, observa el cosmos en el rango infrarrojo medio. ¿Y por qué importa esto? Porque la luz de esas galaxias ancianas se ha “estirado” durante eones hasta camuflarse en el infrarrojo debido a la expansión del espacio. Traducido: Si solo ves en luz visible, te pierdes el espectáculo principal.
Además, MIRI es capaz de atravesar la bruma de polvo interestelar que envuelve a muchas galaxias. Este polvo absorbe la luz azul y deja pasar (y resalta) la infrarroja. Así, no solo vemos galaxias lejanas, sino también las más polvorientas, esas que ocultan secretos sobre la formación de estrellas… y hasta de agujeros negros. Porque sí, algunos de esos puntos brillantes albergan monstruos supermasivos en su centro, incendiando el polvo que los rodea.
La importancia de mirar durante 100 horas seguidas
No es exageración. El equipo liderado por astrónomos de la Universidad de Estocolmo ha invertido prácticamente 100 horas apuntando a la misma zona del cielo, ese famoso pedacito que el Hubble ya había estudiado a fondo. ¿El motivo? Cuantas más horas acumulas, más capacidad tienes para captar las galaxias más pálidas y lejanas, cuya luz apenas roza nuestros detectores.
Este esfuerzo titánico les ha permitido detectar estrellas y polvo que existieron poco después del Big Bang. Y no es una observación cualquiera: ahora podemos estimar cuántas estrellas se formaron antes incluso de que el universo tuviera galaxias “adolescentes”. Un auténtico salto en la arqueología cósmica.
El gran regalo: Datos abiertos para la comunidad
No solo se trata de asombrarse con una imagen bonita. Todo este material, desde las fotos hasta las mediciones, se pone ahora a disposición de científicos de todo el mundo. Un gesto clave, porque el Campo Ultraprofundo del Hubble —esa pequeña ventana— es una de las zonas más exploradas de todo el cielo. Y cuantos más ojos (y cerebros) analizando esos datos, mayores las posibilidades de encontrar nuevas pistas sobre nuestra historia cósmica.
- Astrónomos buscando cómo evolucionan los agujeros negros supermasivos.
- Equipos investigando el ritmo al que se fabricaron los primeros elementos pesados.
- Cazadores de galaxias exóticas y polvo interestelar por todas partes.
¿Dónde puedes ver esta joya cósmica?
Puedes maravillarte con la imagen multicolor del JWST combinando NIRCam y MIRI aquí. Una visión para perderte, perderte y soñar un poco más allá de lo que cabe en nuestra imaginación.

En definitiva, gracias a los datos del JWST, cada punto luminoso en esta imagen es mucho más que una mancha colorida: es un mensaje, una historia tallada en luz, una llamada desde la infancia del cosmos. Y ahora, cualquiera puede sumarse a desentrañar sus secretos.




