Sorprendentes evidencias revelan la existencia de un antiguo océano bajo la superficie de Ariel

¿Un océano oculto y profundo bajo el hielo de una luna de Urano? Sí, lo que parece el guion de una película de ciencia ficción es cada vez más plausible, según una investigación reciente. Imagina sumergirte en un mar antiguo donde el agua podría alcanzar los 170 kilómetros de profundidad, muy por encima de los tímidos cuatro del Pacífico terrestre. Ariel, la luna más brillante de Urano, emerge así como candidata a “mundo oceánico gemelo”. Sigue leyendo y zambúllete conmigo en este misterio helado.

Un océano insólito bajo la superficie de Ariel

Ariel no es una luna cualquiera. Aunque no sea la más grande (apenas mide 1.159 kilómetros de diámetro), brilla intensamente, tanto por su superficie reflectante como por su peculiaridad geológica. En ella, los cráteres milenarios conviven con regiones de aspecto joven y liso, posiblemente por culpa de movimientos internos conocidos como criovulcanismo (imagina volcanes erupcionando “hielo caliente” en vez de lava). Todo esto salpicado con enormes fracturas, fosas y crestas tectónicas, algunas más extensas que las vistas en ningún otro rincón del Sistema Solar.

Estas cicatrices del paisaje lunar sugerían, desde hace un tiempo, secretos internos. Pero ahora un grupo de investigadores —armados con simulaciones y mucha imaginación— se atrevió a mirar bajo el hielo. ¿Qué encontraron? Que el subsuelo de Ariel pudo albergar un gigantesco océano líquido, mucho más profundo de lo que suele verse en los lunas heladas del vecindario de Urano.

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¿Por qué un océano tan grande y tan profundo?

La clave está en el extraño comportamiento orbital de Ariel. La luna no gira de forma perfectamente regular alrededor de Urano; su órbita es ligeramente excéntrica (algo así como ovalada, aunque para el ojo humano parezca redondita). Esta excentricidad, sin embargo, fue mucho mayor en el pasado. Según los modelos, debió ser unas 40 veces superior a la actual, convirtiendo a Ariel en una suerte de «pelota moldeable», apretada y estirada por la fuerza de marea del planeta gigante. Es como si su forma variara suavemente de balón de fútbol a balón de rugby con cada vuelta a Urano.

Las fracturas que decoran la superficie de Ariel, según cuenta Alex Patthoff, uno de los responsables del estudio, solo pueden explicarse si bajo el hielo había un océano. “O tenías una capa de hielo delgada y un mar muy grande, o mucho movimiento orbital y un mar algo menor… Pero siempre necesitas agua líquida bajo la corteza para crear esas grietas”, resume el investigador.

Gemelos acuáticos en el sistema de Urano

Ariel no está sola en su posible condición de “Luna oceánica”. Ya el año pasado, el mismo equipo de investigación publicó evidencias de algo similar en Miranda, otra de las lunas de Urano. Esto sugiere que podríamos estar ante una familia completa de satélites con mares internos, lo que multiplica las posibilidades de estudiar ecosistemas únicos y quizás —sueñan algunos— hasta rastros de vida muy extraña.

Lo que aún no sabemos…

Todavía quedan muchos misterios sin resolver. Por ejemplo: ¿cuándo existió este océano? ¿Sigue parte de él allí, agazapado bajo el hielo? Las preguntas se amontonan, pero los datos obtenidos en este estudio ayudarán a quienes, pronto o tarde, dirijan una sonda hacia estos mundos. Los investigadores solo han podido espiar los hemisferios sur de Ariel y Miranda. Pero intuyen, por las fracturas y crestas observadas, que al norte podrían hallarse formaciones aún más llamativas.

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¿Serán las lunas de Urano el próximo gran objetivo?

Con los avances de los últimos años, la atención de los astrónomos se ha desplazado desde Europa y Encélado —los “reyes” de los océanos helados de Júpiter y Saturno— hacia los satélites de Urano. La posibilidad de descubrir “mundos de agua” desconocidos aumenta con cada nuevo estudio. Y aunque nadie puede asegurar cuánto queda vivo del antiguo mar de Ariel, soñar con explorar sus profundidades es ahora un poco menos descabellado.

  • Mundos ocultos bajo el hielo.
  • Fuerzas de marea tallando paisajes que desafían nuestra imaginación.
  • Y, tal vez, la promesa de futuras misiones que nos lleven por fin al misterioso sistema de Urano.

Así que atentos a lo que venga. Porque, bajo la blanca piel de Ariel, podría estar esperando uno de los océanos más profundos —y misteriosos— del Sistema Solar.

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