El misterioso crecimiento de un planeta errante sorprende a los astrónomos

¿Puede un planeta crecer mientras vaga solo por el cosmos, ingiriendo cantidades colosales de gas y polvo? La respuesta, sorprendentemente, es sí. Te presentamos Cha 1107-7626: el planeta errante que desafía todo lo que creíamos sobre la formación planetaria y que, por si fuera poco, acaba de batir un récord astronómico insólito.

Un planeta joven y voraz entre las estrellas

Los astrónomos llevan años revolviendo el cielo en busca de rarezas, pero pocas historias tan inquietantes como la de Cha 1107-7626. ¿Su carta de presentación? Un planeta errante, perdido en el espacio, con una masa que podría ser cinco o diez veces la de Júpiter. Nada modesto, desde luego.

Lo que lo hace aún más desconcertante es su escenario de nacimiento: lejos de cualquier estrella anfitriona, flotando a su aire a unos 620 años luz, en la constelación de Camaleón. Lejos, pero lo bastante “cerca”, al menos para telescopios del calibre del Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral.

El récord del apetito planetario

¿Qué ocurre cuando un planeta joven se encuentra envuelto en un disco de gas y polvo? Muchos pensarían que ese material acabará “ordeñado” lentamente… Pero Cha 1107-7626 prefirió darse un atracón colosal: seis mil millones de toneladas por segundo. Lejos de exagerar, es la cifra que sorprendentemente arrojaron las observaciones con el espectrógrafo X-shooter del VLT, en pleno desierto de Atacama, combinadas con datos del James Webb y archivos del instrumento SINFONI.

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Y lo más curioso no es solo la magnitud, sino la velocidad del cambio. En cuestión de pocos meses, el ritmo de devorar materia se multiplicó por ocho. Un fenómeno que, sinceramente, ni los planetas ni los humanos suelen experimentar en la vida.

El misterioso crecimiento de un planeta errante sorprende a los astrónomos

¿Se parecen los planetas errantes a las estrellas?

La formación de los planetas errantes —ese misterio— lleva años desconcertando a la comunidad científica. Pero ahora, con este episodio extremo de acreción, surgen más preguntas que respuestas. Los astrónomos como Víctor Almendros-Abad insisten: este comportamiento recuerda mucho al de las estrellas jóvenes cuando sufren arrebatos de crecimiento repentino.

Belinda Damian, también en el equipo investigador, apunta: “Estamos empezando a ver que la distinción entre estrella y planeta puede ser mucho más difusa de lo que pensábamos hace solo una década”. Un adelanto, en primera línea, de los capítulos iniciales de los planetas sin estrella. Nadie lo vio venir.

Un viaje magnético y químico nunca visto

Los detalles técnicos esconden sorpresas: durante el episodio de máxima acreción los astrónomos detectaron vapor de agua en el entorno del planeta, material químico que no estaba antes. Señal, quizá, de que los discos protoplanetarios cambian rápido y de que, por primera vez, un planeta podía imitarlos, como si fuera una estrella.

Además, el estallido parece estar favorecido por un potente campo magnético: la misma fuerza que regula la formación de estrellas y que ahora, por primera vez, demuestra ejercer un papel parecido en un planeta de baja masa. Es decir, lo que antes creíamos exclusivo del mundo estelar, ahora también afecta a los planetas rebeldes.

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El futuro: telescopios gigantes para planetas esquivos

Claro que encontrar planetas errantes —estos “fantasmas galácticos”— no es tarea fácil. Su luz apenas se distingue entre tanta negrura cósmica. Pero el futuro es prometedor: el próximo Telescopio Extremadamente Grande (ELT) de ESO podría abrir una caja de sorpresas, desvelando más mundos solitarios que hasta ahora permanecían ocultos. Si Cha 1107-7626 ya nos ha dejado boquiabiertos, lo que viene podría directamente revolucionar cómo entendemos la frontera difusa entre estrellas y planetas.

Así que ya sabes: cuando mires al cielo, imagina. Quizá, lejos de cualquier estrella, un planeta siga creciendo. Solo, invisible… pero muy vivo.

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