¿Quién diría que uno de los instrumentos más veteranos de la exploración marciana puede ser la clave para descubrir vida en Marte? Resulta que aquello que llevamos décadas usando podría revelarnos el mayor hallazgo de todos: organismos vivos más allá de la Tierra. Curioso, ¿no? Justo cuando pensábamos que harían falta tecnologías completamente nuevas, los científicos han dado con un método que lo hace posible… sin reinventar la rueda.
Rovers listos para descubrir vida en Marte (y más allá)
El rover Curiosity lleva la friolera de más de una docena de años recorriendo el suelo marciano, recolectando polvo, datos y muchas historias. Ahora, gracias a la astucia de Solomon Hirsch, estudiante de doctorado del Imperial College, y su supervisor Mark Sephton, ese “perro viejo” podría estar a punto de aprender su truco más impactante hasta la fecha: detectar vida activa, viva, a partir de lo que ya lleva en sus tripas, el célebre cromatógrafo de gases-espectrómetro de masas (GC-MS).
Este instrumento, con nombre de trabalenguas y aspecto de micro-laboratorio, viene acompañando a la humanidad en Marte desde los míticos módulos Viking allá por los años setenta. Y sí, sigue volando -en rovers y sondas- en cada nueva misión. Pero lo que pocos imaginaban es que ese mismo aparato, bien afinado, puede delimitar “con elegancia y rapidez” (palabras del propio Sephton) si hay organismos presentes, vibrando todavía, feroces y diminutos, bajo la superficie marciana.
Un enlace químico como delator de la vida
La clave radica en una característica minúscula pero poderosa: la “secuencia única de átomos” en las moléculas de las membranas externas tanto de bacterias como de células mucho más complejas. Esos enlaces, presentes en lo que los científicos llaman lípidos polares intactos (IPL, para los amigos), dejan una huella clarísima: un pico inequívoco, justo allí, en las gráficas generadas por el famoso GC-MS.
¿Qué tiene de especial este hallazgo? Pues que ese pico solo está presente si las membranas están “recién hechas”. O lo que es lo mismo, si las criaturas siguen vivas o han muerto hace apenas unas horas. Si el organismo ya era cosa del pasado remoto… ni rastro. Nada. Los enlaces se esfuman sin dejar pista en cuestión de horas.
¿Y si encontramos ese pico de vida en Marte?
El hallazgo es poderoso. Porque si alguna vez, entre las rocas rojas, algún rover encuentra ese patrón químico, podremos responder a una de las preguntas más potentes de la ciencia: ¿hay vida marciana aquí y ahora?
- El método permite analizar directamente si hay seres vivos activos, y no solo vida pasada.
- Se puede hacer con instrumentos que ya están “currando” en la superficie marciana.
- El proceso es directo, sencillo y -comparado con lo que costaría mandar instrumentos totalmente nuevos- bastante más económico.
Mucho más que Marte: ¿biosferas ocultas en otros mundos?
Imagina lo que esto significa para las futuras misiones a las heladas lunas de Júpiter y Saturno. Solo hace falta perforar su superficie, buscar plumas de material y, con este método y nuestros “veteranos” instrumentos, analizar si algo vive allí. Y, ojo, también sirve para analizar rápidamente las muestras que lleguen a la Tierra en las futuras misiones de recogida desde Marte.
Un descubrimiento que protege, además, a la propia Tierra: si por azar alguna muestra traída resulta tener vida, detectarlo “al vuelo” puede ser vital para aislarla y evitar sustos.
Vida bajo la superficie: el siguiente objetivo
El panorama en la superficie marciana sigue siendo duro. Las temperaturas, la radiación y la sequedad hacen que esperar encontrar vida al aire libre sea, tal vez, demasiado optimista. Pero no perdamos la esperanza. Las misiones que perforarán a varios metros de profundidad, como la ExoMars con su rover Rosalind Franklin, tienen su punto de mira puesto precisamente ahí, donde la radiación no puede arrasar todo y la posibilidad de agua líquida aumenta.
La vida… se abre camino
Como reconoce el propio Hirsch, la vida tiene una creatividad asombrosa para sobrevivir a lo imposible. Y ahora la ciencia dispone de un “olfato” químico mejor que nunca. Solo falta buscar en el lugar adecuado. ¿Marte? ¿Europa? ¿Encélado? Cualquiera podría darnos la sorpresa del siglo.
No hace falta reinventar la rueda para hacer historia. A veces, solo hay que mirar con otros ojos lo que ya tenemos.




