Así es como la inteligencia artificial está cambiando nuestro conocimiento sobre las supernovas


¿Qué pasaría si un agujero negro y una estrella masiva se retaran a un duelo… y la explosión todavía se pudiera ver a millones de años luz? Parece ciencia ficción, pero la realidad a veces supera la imaginación. Un equipo internacional de astrónomos acaba de presenciar una de las interacciones más bestias —y raras— del Universo: el abrazo mortal entre una estrella gigante y su vecino, un agujero negro insaciable. Así comienza la odisea de SN 2023zkd, una supernova que no se conforma con lo habitual.

Un descubrimiento digno de película: la señal que lo cambió todo

Todo empezó en julio de 2023. Un destello inusual captado por la Instalación Transitoria Zwicky prende las alarmas en la comunidad científica. Pero ¿cómo saber que ahí se esconde algo extraordinario? Aquí entra en acción la inteligencia artificial, ese nuevo compañero indispensable de los astrónomos. Un algoritmo avanzado, programado para olfatear explosiones fuera de lo común, detecta antes que nadie el estallido bautizado como SN 2023zkd. La alerta no solo sirve para sacar pecho tecnológico: es clave para que, en tiempo récord, decenas de telescopios —espaciales y terrestres— apunten a ese rincón del cosmos y empiecen a fotografiar, medir, analizar… Cada segundo cuenta.

Una estrella y un agujero negro: ¿abrazo o duelo?

Lo que encontraron no encajaba con ninguna supernova al uso. La versión más aceptada: una estrella masiva, azul y corpulenta, atrapada desde hace siglos en un tira y afloja gravitacional con su compañero, un agujero negro. Mientras bailan esa danza fatal, la distancia entre ambos se acorta hasta que ocurre lo inevitable. La tensión se acumula, la estrella comienza a desgarrarse al límite y, en un último suspiro, estalla. ¿Quién sobrevive? Sólo el agujero negro, ahora más pesado, habiendo engullido los últimos retazos de su desafortunada vecina.

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¿Y si fue al revés?

Pero los astrónomos no descartan otro guion prácticamente igual de trágico: que el agujero negro devorara la estrella antes de que pudiera explotar, triturando todo a su paso y produciendo la onda expansiva al chocar con el gas del entorno. Sea como fuere, el resultado es similar —pero el proceso, incluso, se nos antoja aún más bestia. Un agujero negro, una estrella, y una tormenta de luz y energía donde antes sólo había oscuridad.

La supernova que no se dejó encasillar

Desde la Tierra, SN 2023zkd parecía, al principio, una supernova corriente. Pero la naturaleza, tan caprichosa, tenía otros planes. Cuando ya parecía apagarse, el brillo volvió a aumentar de repente. Sorprendente. Desconcertante. La clave se descubre analizando registros de años atrás: ese sistema llevaba más de cuatro años encendiéndose poco a poco, como advirtiendo lo que estaba por venir. Un comportamiento tan extraño que ni los astrónomos más veteranos recordaban algo igual.

  • Primer pico: La onda de la explosión choca con gas disperso, iluminando el espacio a su alrededor.
  • Segundo pico: Semanas después, una colisión lenta pero persistente con una densa nube discoidal hace que el brillo vuelva a remontar.

Esta doble llamarada apunta a que la estrella, en su ocaso, perdió material durante años debido a la intensa atracción del agujero negro. Un tira y afloja gravitacional capaz de arrancar jirones de plasma, distorsionar órbitas, y acabar en la explosión más dramática posible.

Nueva era: supernovas que la IA no dejará escapar

Según los autores del estudio, este hallazgo puede ser solo la punta del iceberg. “SN 2023zkd es la evidencia más clara hasta ahora de una estrella masiva interactuando de forma catastrófica con una compañera compacta”, asegura Alexander Gagliano, investigador principal. Su colega, la astrofísica V. Ashley Villar, va más allá: tal vez hay toda una clase de explosiones, hasta ahora ocultas, esperando ser descubiertas gracias a la inteligencia artificial y los nuevos telescopios que rastrean el cielo en tiempo real.

¿Se imaginan? El cosmos rebosando historias trágicas de parejas estelares que terminan en fuegos artificiales. Y la humanidad, por fin, con las herramientas para asistir al espectáculo. Un drama ceñido por la gravedad, la masa y el tiempo… pero escrito, chisporroteando, en la noche más profunda del Universo.

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