Las inesperadas mediciones del latido de un agujero negro que cuestionan la ciencia actual

¿Qué sucede cuando la materia se precipita hacia un monstruo cósmico como un agujero negro? La respuesta, lejos de ser simple, acaba de volverse muchísimo más apasionante: unos destellos inesperados en rayos X y el rastro de una “corona” eléctrica están agitando los modelos clásicos. ¿Listo para asomarte al corazón caótico de estos devoradores de estrellas?

El laboratorio galáctico: IXPE y las coronas brillantes

El universo nunca deja de dar sorpresas. Sobre todo cuando ponemos a prueba sus reglas en las regiones más extremas: los alrededores de los agujeros negros. Allí, gracias al ojo agudo del IXPE (Imaging X-ray Polarimetry Explorer) de la NASA, los astrónomos han captado algo que desafía las reglas del juego. No hablamos solo de materia devorada, sino de una especie de “corona magnética” capaz de brillar ferozmente en rayos X, desvelando detalles que hasta hace poco eran puro misterio.

Rayos X y la clave de la polarización

¿Qué tiene de especial esta corona? Resulta que los rayos X no solo nos cuentan que algo brilla, también “hablan” mediante la polarización: una propiedad que describe la vibración y la orientación de la luz. Midiendo estos detalles, los científicos ahora pueden calcular no solo dónde se encuentra la corona, sino cómo se produce ese espectáculo luminoso alrededor del agujero negro. No es poca cosa: la polarización revela si la materia cae, gira, o decide escapar en los gritos energéticos del plasma acelerado.

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IGR J17091-3624, el agujero negro que late

Uno de los grandes protagonistas de este nuevo capítulo cósmico es un agujero negro llamado IGR J17091-3624, una auténtica bestia a 28.000 años luz de aquí. Pero no es un agujero negro cualquiera: su brillo oscila de forma rítmica, aumentando y disminuyendo como si tuviera un corazón palpitante propio. Observado por IXPE, dejó boquiabiertos a los científicos con un grado de polarización del 9,1%: mucho más de lo esperado y suficiente para levantar muchas cejas en el mundo de la astrofísica.

La investigadora Melissa Ewing (Universidad de Newcastle) lo resume mejor que nadie: “Es una fuente única, y por primera vez podemos mirarla con un filtro completamente nuevo”. El IXPE ha abierto una ventana que nunca antes habíamos tenido.

¿Qué hay detrás de ese resplandor?

Normalmente, una polarización tan elevada sugeriría que estamos mirando el disco de acreción casi de canto, justo por el borde. Sin embargo, la historia aquí es más compleja. El disco, rico en materia robada a una estrella compañera poco visible, forma un torbellino alrededor del agujero negro. En esa danza infernal, la corona ultracaliente (mil millones de grados) genera uno de los fuegos artificiales de rayos X más espectaculares del cielo. Pero, extrañamente, la alineación exacta para ver ese efecto de “canto” debería ser rarísima… y, aun así, allí está el dato. ¿Pista de algo mayor?

Vientos letales y plasma acelerado

Ante este enigma, el equipo de astrónomos ha jugado con varias ideas. Una de las más fascinantes es la presencia de un viento de materia, algo así como una “fuga masiva” desde el disco de acreción. Si los rayos X emitidos por la corona tienen que atravesar este viento antes de llegar a nosotros, sufrirían un efecto llamado dispersión Compton. Esto podría explicar por qué la polarización es tan intensa.

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Maxime Parra, al frente de la observación desde la Universidad de Ehime en Japón, subraya que detectar estos vientos ayuda a desenmarañar cómo crecen los agujeros negros. Y advierte: “Lo que viene podría ser todavía más espectacular. Seguiremos vigilando los latidos de estos gigantes”

¿Y si el plasma escapa a toda velocidad?

Otro candidato plausible: ese plasma ultraenergético de la corona podría estar lanzándose hacia el espacio a velocidades gigantescas, el 20% de la velocidad de la luz (¡más de 200 millones de km/h!). Un flujo así, según la relatividad de Einstein, deformaría la polarización de los rayos X, proporcionando otra posible solución al misterio.

El futuro: preguntando al universo una y otra vez

Por el momento, ambos modelos —el viento de materia y la eyección desbocada de plasma— se están poniendo a prueba por medio de simulaciones y nuevas observaciones. Ninguno ha ganado la partida: el debate está abierto, el misterio más vivo que nunca. Pero una cosa es segura: cada respuesta abre nuevas preguntas en este juego de detectives cósmicos.

Los agujeros negros, lejos de ser tragaderos de nada, se rebelan como laboratorios enloquecidos y fuentes de luz asombrosamente precisas. Habrá que estar atentos: los próximos latidos de IGR J17091-3624, con el IXPE y futuros observatorios, podrían sacudir certezas y escribir un nuevo manual de física… o de magia estelar.

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