El interior de la estrella Cassiopeia A se reorganizó violentamente A antes de su explosión

¿Te imaginas una estrella gigante, tan masiva y violenta, que su propio corazón se rehúsa a morir en silencio? Así fue Cassiopeia A, que antes de explotar se reorganizó inesperadamente por dentro, como el preludio de un drama cósmico sin igual.

Un drama estelar en directo: el caso de Cassiopeia A

Hubo un tiempo, más de 300 años atrás, en que Cassiopeia A era sólo una más entre muchas gigantes del cielo. Nadie sospechaba que acabaría iluminando durante siglos el misterio de las supernovas. Hoy, gracias al Observatorio de rayos X Chandra de la NASA, lo que queda de ella —un remanente superpuesto al fondo cósmico, como una obra de arte abstracto— es pieza clave para entender el destino final de las estrellas masivas.

Lo que ocurrió en el interior de la estrella de Cassiopeia A antes de su explosión te sorprenderá

El remanente no es sólo bonito, ni mucho menos. Cada vez que los astrónomos vuelven a mirar de cerca, encuentran sorpresas. Por ejemplo, el equipo japonés liderado por Toshiki Sato se propuso escudriñar los datos de Chandra, apoyándose en modelos computacionales de última generación. ¿El resultado? Una revelación digna de una telenovela estelar: el interior de Cas A se revolvió y mezcló violentamente justo antes de su cataclismo.

¿Cómo mueren las estrellas gigantes?

Cuando una estrella masiva se acerca al final, su estructura interna parece una cebolla: capas y más capas de elementos, desde hidrógeno y helio hasta silicio, magnesio… Y, en el centro de todo, hierro. Si el núcleo de hierro se hace demasiado grande (alcanza unas 1,4 veces la masa del Sol, llamada “límite de Chandrasekhar”) la estrella no puede sostenerse. El núcleo se derrumba. El exterior cae, rebota, y ¡boom!, la explosión de supernova más espectacular.

Relacionado:  Lo que revela el cometa 3I/ATLAS sobre los misterios de otros sistemas solares

Pero el reciente análisis de Cas A desafía la idea de que este proceso es ordenado como las capas de una tarta. Ahora sabemos que, en realidad, esa tarta puede agitarse justo antes de explotar…

El último suspiro: turbulencias a última hora

Según explican Sato y su equipo, en las horas finales de Cassiopeia A se dio un fenómeno inesperado: una capa interna, abundante en silicio, se desbordó y fragmentó hacia afuera, invadiendo la capa vecina cargada de neón. Fue tan violento que las fronteras entre ambas se disiparon. Imagina una especie de derrumbe, pero a escala estelar, con materiales cruzando barreras y despojándose de su orden inicial.

Lo más curioso: parte del silicio terminó en lugares donde apenas había neón, y viceversa. Los modelos de ordenador ya insinuaban este caos, pero ahora, las huellas del desmadre están ahí, en los restos de la supernova que aún nos llegan en forma de rayos X.

Implicaciones explosivas: ¿por qué es tan importante?

  • Simetría rota. La explosión fue asimétrica, lo que ayuda a explicar por qué el remanente de Cas A tiene esa forma tan dispar y fragmentada cuando se observa en tres dimensiones.
  • Efecto propulsor. Ese caos interno pudo haber lanzado con fuerza la estrella de neutrones central, dándole una velocidad de fuga altísima. No está simplemente “plantada” en el centro, sino que parece haber recibido un auténtico “puntapié” cósmico.
  • Facilitador del estallido. Esas turbulencias y mezclas rápidas, casi como remolinos, probablemente empujaron la onda expansiva de la supernova. Es ese impulso crucial el que hace que una estrella colapse y explote, en lugar de apagarse lentamente.
Relacionado:  Así era el universo antes de llenarse de luz según los expertos

Como resume el astrofísico Hiroyuki Uchida, la actividad interna de una estrella en sus últimos suspiros puede decidir su destino. Si no se produce ese reordenamiento caótico, tal vez la explosión ni siquiera llegue a producirse. La frontera entre un final deslucido y un estallido capaz de forjar metales, dispersar polvo y dar pie a nuevos planetas depende, a veces, de unos últimos instantes de locura estelar.

Más allá del espectáculo: legado para la ciencia

Cas A sigue proporcionando pistas cada vez que tecnologías como el Chandra vuelven a posar su “mirada” sobre ella. Cada supernova, cada remanente que estudiamos, nos ayuda a entender mejor nuestro propio origen: todo el calcio de tus huesos, el hierro de tu sangre, el oro de tus anillos, nació en explosiones como estas.

¿Quién diría que un último arranque de caos estelar, a cientos de años-luz de la Tierra, sería el responsable último de que la vida —y hasta la joyería— sean posibles aquí y ahora? El cosmos, a veces, tampoco quiere morir en silencio.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio