Solar Orbiter descubre el viaje fulminante de electrones desde el Sol

¿Sabías que el Sol, además de darnos calor y vida, es una de las mayores fábricas de partículas ultrarrápidas del sistema solar? Resulta que, detrás de esas cegadoras llamaradas y burbujas gigantes de gas solar, se esconden dos tipos de “balas energéticas” que nos bombardean sin tregua. Te cuento cómo la misión Solar Orbiter acaba de poner orden en este caos estelar y qué significa eso para entender, de verdad, cómo nuestra estrella escupe energía al espacio.

Solar Orbiter: el detective del Sol que arrasa con todo

Desde que la misión Solar Orbiter, liderada por la Agencia Espacial Europea (ESA) y con la NASA echando una mano (¡menudo equipo!), se lanzó allá en 2020, teníamos grandes expectativas. ¿Sería capaz de acercarse tanto a nuestra estrella como para averiguar cómo se forman las ráfagas de partículas que terminan inundando todo el sistema solar, incluyéndonos a nosotros? Pues mira, sí. Y el resultado es tan sorprendente como esclarecedor.

El Sol: fuente inagotable de electrones rápidos

Imagínate el Sol como un gigantesco acelerador de partículas. Literalmente escupe electrones a velocidades que rozan la luz, es decir, EES o “Electrones Energéticos Solares” para los colegas. Unas veces en ráfagas rápidas, otras en oleadas lentas… pero siempre con ganas de liarla parda, energéticamente hablando.

  • Hasta ahora sabíamos que había dos tipos de eventos capaces de expulsar estos electrones: las explosiones solares pequeñas y esas monstruosas erupciones de gas llamadas “eyecciones de masa coronal” o CME (por sus siglas en inglés).
  • La novedad de Solar Orbiter es que ha logrado ir más allá: diferenciar de forma cristalina de dónde viene cada tanda de electrones y trazar su huella hasta el mismísimo sitio donde nacen en el Sol.
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Dos caminos, dos historias: así nacen los electrones energéticos

El equipo dirigido por Alexander Warmuth (del Instituto Leibniz de Astrofísica de Potsdam) acaba de publicar en Astronomy & Astrophysics que, tras analizar cientos de eventos, han conseguido separar el grano de la paja:

  1. Eventos “Impulsivos”: Aquí, el Sol suelta una llamarada, ¡bum!, y los electrones salen disparados en una ráfaga veloz. Son explosiones localizadas, intensas, que lanzan partículas como si fueran metralla solar.
  2. Eventos “Graduales”: En este caso, una CME (burbujas colosales de gas magnetizado) hurga el campo magnético solar y arrastra a decenas de miles de electrones. El proceso es más lento, esparciendo partículas durante horas (o incluso días).

Hasta ahora, estos eventos solían confundirse. Pero Solar Orbiter, por estar tan cerca del Sol (y con instrumentos de última generación, claro), ha detectado las partículas casi “recién horneadas”, sin que se mezclen o “ensucien” como sucede más lejos. Como quien pilla el pan cuando aún está caliente, vamos.

La clave está en la distancia (y el viaje contado por los electrones)

Y aquí viene la intriga. Muchas veces, los científicos veían que, tras una llamarada o una CME, los electrones tardaban en llegar a los detectores. Horas, incluso. ¿Acaso no salían cuando debía? La respuesta es algo más complicada.

  • Resulta que el espacio entre el Sol y nosotros no es un vacío: está llenísimo de partículas y con un viento solar permanente (un auténtico huracán magnético).
  • Eso hace que los electrones se dispersen, se retrasen y, en definitiva, lleguen a nuestros sensores en diferentes momentos, según cómo y por dónde viajen.
  • Como explica la investigadora de la ESA Laura Rodríguez-García, no solo es un retraso en la salida, sino también en la detección; la turbulencia solar lo complica todo más de lo que parece.
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¿Por qué importa todo esto? Ciencia, clima espacial y mucho más

Si piensas que esta investigación solar es solo para astrónomos frikis… piénsalo dos veces. Comprender el origen y el viaje de estas partículas es básico para predecir el clima espacial, ese que nos puede fastidiar los satélites, las comunicaciones o hasta provocar auroras espectaculares (y, ojo, cortes eléctricos también).

  • Predecir estos fenómenos es tener tiempo de proteger nuestra tecnología y saber cuándo el Sol está más “cabreado”.
  • Además, ¡es un avance brutal para la física de partículas en general!

Así que la próxima vez que oigas hablar de una explosión solar o de una CME, ya sabes: ahí va un chute de electrones viajeros, cruzando el espacio, con historias y personalidades distintas. Y todo gracias al ojo cotilla (y muy necesario) de Solar Orbiter.

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