¿Alguna vez pensaste en cañones tan enormes que harían palidecer al mismísimo Gran Cañón? Pues eso ocurre en Marte. La más reciente imagen captada por la sonda Mars Reconnaissance Orbiter nos regala un vistazo privilegiado a las sorprendentes capas plegadas en Candor Chasma, una de las partes más enigmáticas del majestuoso Valles Marineris.
Una ventana a la historia geológica de Marte
El planeta rojo nunca deja de sorprendernos. Ahora, gracias a la cámara HiRISE a bordo del MRO (Mars Reconnaissance Orbiter), los científicos han captado otra joya: la cara este de Candor Chasma, dentro de esa colosal cicatriz marciana que es el Valles Marineris. Imaginaos una grieta que recorre unos 4.000 kilómetros, ¡cruzando medio planeta de lado a lado! En esta nueva foto, se aprecia sin tapujos cómo el fondo del cañón está tapizado por depósitos estratificados, auténticas capas que nos hablan de un pasado turbulento.

Más cerca que nunca, pero aún con muchos secretos
¿Y sabéis lo curioso? A pesar de décadas de observaciones —desde que la Mariner 9 lo descubrió allá por 1972— hay rincones de Valles Marineris que siguen siendo un completo misterio. La resolución de las mejores cámaras espaciales tampoco es suficiente para desvelar hasta el último secreto marciano. Pero cada imagen como la de Candor Chasma representa un paso más allá. Nos deja ver no solo la belleza de estos paisajes alienígenas, también pistas invaluables sobre cómo se formaron y transformaron a lo largo de los milenios.
Capas dobladas: testigos de fuerzas titánicas
En esta última imagen, tomada el 24 de mayo, lo que más fascina a los científicos son esas capas de sedimentos dobladas y erosionadas. Estamos hablando de estratos de varios metros de espesor, apilados como gigantescas hojas de un libro abierto por caprichos tectónicos. Y ojo al dato: estos sedimentos se depositaron después de que el cañón existiera. Es decir, el cañón ya estaba allí y, después, algo —quizá el agua, quizá el viento, o la actividad tectónica— hizo que nuevas capas se fueran adhiriendo al fondo, solo para ser luego retorcidas y deformadas.
Eso es lo alucinante: estas capas plegadas nos cuentan historias de un Marte dinámico, menos muerto de lo que podríamos pensar al ver ese suelo polvoriento y árido de las fotos clásicas. Cada pliegue y cada erosión es una pista para entender el clima, la geología y hasta la posibilidad de vida atrapada en el pasado marciano.
Valles Marineris: el rey de los cañones
No es exageración —el Valles Marineris es el sistema de cañones más grande del sistema solar. Sus dimensiones dejan en ridículo al mayor cañón de la Tierra, ese que se esconde bajo el hielo de Groenlandia. Pero ahí, en Marte, no solo gobiernan la extensión y la profundidad, sino también la complejidad: formaciones superpuestas, plegamientos y formidables muros rocosos hacen de cada recoveco un auténtico laboratorio geológico al aire libre (bueno… o al aire marciano, por decir algo).
¿Por qué nos atraen tanto estos abismos?
Quizá porque plantean más preguntas de las que ahora mismo podemos responder. ¿Eran esos valles ocultos el cauce de ríos antiguos? ¿Esos sedimentos plegados esconden huellas de agua, quizá de vida? O simplemente son el resultado de una actividad tectónica salvaje, imposible de imaginar en nuestro planeta azul.
Sea como sea, las últimas imágenes de la Mars Reconnaissance Orbiter reavivan la curiosidad, el asombro, las ganas de seguir husmeando en un planeta que, aunque parezca tan árido y lejano, encierra misterios que nos siguen quitando el sueño.




