¿De dónde vienen en realidad esos pequeños viajeros que cruzan nuestro vecindario cósmico? Una nueva investigación apunta a que los archiconocidos asteroides Bennu y Ryugu no son simples rocas solitarias, sino trozos errantes desprendidos de la mismísima familia Polana, quizá una reliquia de los días más caóticos del sistema solar.
Bennu y Ryugu: La conexión Polana, ¿descubierta?
Imagínate escudriñar una pieza de rompecabezas durante años, para descubrir al fin que encaja en una imagen mucho mayor. Eso es justo lo que acaba de ocurrir en la astrofísica. Un equipo liderado por la doctora Anicia Arredondo, del Southwest Research Institute, acaba de aportar pruebas sólidas de que Bennu y Ryugu, dos de los asteroides más sondeados y visitados por la ciencia reciente, comparten familia e historias con el gigantesco Polana, un monstruo del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter.
El viaje de las muestras: ciencia a la carta desde el espacio
Hayas estado más o menos atento a la actualidad espacial, seguro que te suena aquello de que dos sondas rompieron todos los récords trayendo a la Tierra polvo de otros mundos. La japonesa Hayabusa2 viajó hasta Ryugu en 2018 y nos regaló hasta el último grano que pudo en 2020. Por su parte, la nave OSIRIS-REx de la NASA se topó con Bennu en 2020 y trajo de vuelta material fresco tres años después.
Pero, ojo, el verdadero chollo científico vino cuando esos fragmentos fueron comparados, átomo a átomo, y espectro a espectro, con datos capturados del propio Polana usando nada menos que el Telescopio Espacial James Webb. Tras solicitar tiempo de observación y utilizar dos potentes espectrógrafos (uno para infrarrojo cercano, otro para el medio), el equipo obtuvo los «DNI» espectrales de Polana y los comparó con los de Bennu y Ryugu. Y, sorpresa, encajaban lo bastante bien como para considerar que todos provienen en última instancia de la misma roca madre.
¿Asteroides primos perdidos en el espacio… y cerca de la Tierra?
Hay un giro interesante en esta historia: aunque Bennu y Ryugu ahora son considerados asteroides cercanos a la Tierra —Bennu se aproxima a unos 3 millones de kilómetros y Ryugu a apenas 1 millón—, su linaje los data mucho más allá y más lejos, casi en los márgenes de Marte y Júpiter. Polana, con sus colosales 53-55 km de diámetro, es «la abuela» de la familia; Bennu, diminuto, ni llega a 1 km (es más pequeño que el propio Empire State Building), Ryugu sólo le dobla en tamaño.
Todo apunta a que, tras un choque antiguo —uno de esos cataclismos que marcaron el comienzo del sistema solar—, los fragmentos polaneños quedaron vagando a su suerte. Júpiter, como buen gigante caprichoso, barrió a algunos de esos trozos hacia las inmediaciones de la órbita terrestre. Así nacieron nuestros hoy bien conocidos Bennu y Ryugu. Pero la historia no acaba ahí.
- ¿Son iguales del todo? No. Sus superficies presentan matices espectrales distintos, probablemente por haber hecho cada uno su peculiar «tour» alrededor del Sol.
- ¿Es posible que sigamos aprendiendo de ellos? Absolutamente. Las diferencias, aunque sutiles, nos cuentan detalles sobre cómo afecta la radiación solar y los impactos de micrometeoritos a lo largo de millones de años.
¿Por qué importa saber de qué familia vienen Bennu y Ryugu?
Saber el origen de estos cuerpos celestes nos ayuda a entender cómo se formó y se ha transformado el sistema solar. Son cápsulas del tiempo, almacenando pistas químicas, físicas y orbitales sobre la infancia (y adolescencia) de nuestro vecindario planetario. La información sobre su procedencia también ayuda a evaluar cómo asteroides con perihelio cercano pueden acabar cruzándose en nuestro camino.
Como concluye la propia doctora Tracy Becker, del equipo investigador, aún queda mucho por descifrar: la vida de cada asteroide, los cambios en su superficie y las huellas que les han dejado el Sol y el polvo cósmico. Pero si algo queda claro es que, en la familia Polana, no hay dos piedras iguales, aunque todas vengan, quizás, del mismo trozo de historia espacial.
Ah, y si quieres ponerle rostro a estos astros viajeros, aquí tienes una imagen compuesta de Bennu y Ryugu que ilustra bien su parentesco… y sus diferencias.

En resumen:
- Bennu y Ryugu probablemente nacieron del mismo asteroide que Polana, tras una colisión ancestral.
- Los análisis espectrales modernos y las muestras traídas a la Tierra lo respaldan.
- No son clones: siglos de evolución en distintas órbitas han marcado su personalidad propia.
Así que la próxima vez que escuches hablar de estos asteroides, imagínalos como aventureros con ADN compartido, pero cada uno con su propio capítulo en el gran libro del cosmos.




