Detectan señales de vida potencial en la atmósfera extrema de una enana marrón

¿Quién iba a imaginar que en el remoto sistema estelar Wolf 1130ABC, una extraña molécula podría poner en jaque nuestras ideas sobre la vida y la química en el universo? Prepárate para descubrir cómo la sorprendente detección de fosfina en una enana marrón podría revolucionar nuestra búsqueda de biofirmas más allá de la Tierra.

Una tripulación estelar llena de sorpresas: Wolf 1130ABC

Visualiza por un momento un trío cósmico peculiar, situado a tan solo 54 años luz de nuestro Sol, en la constelación del Cisne. Allí encontramos el sistema Wolf 1130ABC: una enana roja (Wolf 1130A), una enana blanca supercompacta (Wolf 1130B) y, orbitando más lejos, la misteriosa enana marrón Wolf 1130C. Tres cuerpos, tres historias… pero la auténtica intriga reside en la atmósfera de esta última.

¿Por qué tanto revuelo? Porque Wolf 1130C, a pesar de su pequeño tamaño (ni estrella, ni planeta del todo), está rompiendo las reglas de la química planetaria conocidas.

El enigma de la fosfina: una molécula explosiva, una posible biofirma

El telescopio espacial James Webb (JWST) ha sido el primero en indagar con tal nitidez en la atmósfera helada de Wolf 1130C. Allí, los astrónomos han encontrado fosfina (PH3), un gas a la vez letal y fascinante. ¿Por qué? Aquí en la Tierra, la fosfina suele estar ligada a la descomposición biológica en ambientes sin oxígeno, como los pantanos. De hecho, debido a que este gas tiene muy pocas fuentes abióticas conocidas en planetas rocosos, su presencia a menudo se discute como potencial biofirma en mundos extraterrestres.

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En nuestro propio sistema solar, la fosfina está presente en los gigantes gaseosos – Júpiter y Saturno – producto de procesos extremos que ocurren en sus densísimas atmósferas de hidrógeno. Y claro, los modelos predecían que debería verse fosfina en otras enanas marrones y exoplanetas similares. Pero, hasta ahora, ¡la realidad nos decía lo contrario!

Detectan señales de vida potencial en la atmósfera extrema de una enana marrón

Wolf 1130C desafía las expectativas

Mientras otros mundos «fallidos» se negaban a mostrar cualquier rastro de fosfina, Wolf 1130C la exhibe sin pudor, y en cantidades que encajan a la perfección con las mejores predicciones teóricas (unos 100 partes por mil millones, ni más ni menos).

¿Por qué ocurre justo aquí y no en los demás? El equipo liderado por Adam Burgasser, astrónomo en la Universidad de California en San Diego, lo atribuye a una receta química muy particular: una atmósfera notablemente pobre en metales. O, lo que es lo mismo, escasez de elementos más allá de hidrógeno y helio. La profesora Eileen Gonzales fue clave aquí, modelando los datos del JWST y estimando la abundancia exacta de fosfina.

Según estos científicos, la ausencia de suficiente oxígeno en la atmósfera de Wolf 1130C impediría que el fósforo se combine con él (por ejemplo, formando trióxido de fósforo), y en su lugar, al combinarse con el hidrógeno dominante, daría lugar a la temida fosfina. Un giro químico que no esperábamos encontrarnos.

¿Una fábrica de fósforo en la familia?

¡Pero la cosa no termina ahí! La enana blanca Wolf 1130B —residuo ardiente de una estrella ya agotada, capaz de generar erupciones termonucleares llamadas novas— podría haber esparcido fósforo por el sistema en algún evento ancestral.
Eso sí, de momento no hay pruebas recientes de este tipo de explosiones aquí, pero las novas pueden repetirse cada decenas de miles de años… Suficiente tiempo para dejar una huella química persistente y misteriosa.

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Lo que Wolf 1130C puede enseñarnos sobre la vida en el cosmos

Comprender por qué esta enana marrón presenta fosfina —sin que haya necesariamente vida— resulta crucial para no confundirnos al buscar biofirmas en otros mundos. Si hay caminos inesperados para que estas moléculas aparezcan, será vital reconocerlos antes de emocionarnos pensando en microbios alienígenas allí donde, quizás, solo haya había una insólita historia estelar.

En resumen: Wolf 1130C y su extraña química nos dan nuevas pistas sobre cómo se forman y evolucionan los elementos clave para la vida en la galaxia. Y nos obligan, de paso, a repensar desde cero las reglas sobre lo que significa encontrar potenciales señales biológicas en exoplanetas y enanas marrones.

¿Y ahora qué?

  • El JWST seguirá rastreando otras enanas marrones pobres en metales en busca de fosfina.
  • Los modelos atmosféricos necesitan actualizarse, porque la realidad —una vez más— supera la ficción.
  • Queda mucho, muchísimo, por descubrir sobre los orígenes y las “recetas secretas” de la química estelar y planetaria.

El universo, ya ves, no pierde ocasión de sorprendernos. Donde esperamos silencio, a veces nos gritan las moléculas. Y en los mundos fríos y olvidados, aún puede esconderse la clave para entender la vida en el cosmos.

¿Quieres ver más sobre el sistema Wolf 1130ABC y su curiosa compañía? Aquí tienes una imagen esquemática para no perderte:

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