Así la NASA rastrea el intrigante cometa interestelar 3I/ATLAS en su viaje hacia la Tierra

¿Alguna vez imaginaste toparnos de frente con un cometa tan forastero que ni siquiera nació en nuestro sistema solar? El 3I/ATLAS, recién llegado y ya a punto de marcharse, está dando que hablar en la comunidad astronómica. Lo curioso: no supone peligro para nosotros. Pero lo que importa es lo que nos puede contar sobre esos «otros mundos» de los que procede. Así que sí, las mejores herramientas de la NASA le han echado literalmente el ojo antes de que desaparezca para siempre en la oscuridad interestelar.

Cometa 3I/ATLAS: un vagabundo interestelar en el punto de mira

Detectado por primera vez en julio, el cometa 3I/ATLAS no tiene nada de común. No cada día nos visita un objeto nacido en algún recóndito rincón ajeno al Sol. Y, claro, no ha pasado desapercibido: los principales telescopios y misiones de la NASA se han volcado en estudiarlo, aprovechando esta fugaz visita antes de que se esfume de nuestro alcance.

¿Supone alguna amenaza?

Tranquilo, no hay razones para alarmarse. Aunque «interestelar» suene a película de catástrofes, 3I/ATLAS ni nos roza. Pero sí sirve de oportunidad de oro para espiar los materiales y procesos que dan forma a estos nómadas, tan distintos y a la vez tan parecidos a los de nuestro propio vecindario cósmico.

El despliegue de telescopios: Webb, SPHEREx y Hubble en acción

James Webb al acecho.

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El 6 de agosto el Telescopio Espacial James Webb empleó su Espectrógrafo de Infrarrojo Cercano para capturar datos del cometa. La comunidad científica no pierde el tiempo: están extrayendo el máximo jugo a esas observaciones para desvelar la talla, la textura y la química de este visitante esquivo.

SPHEREx: mirando el hielo del Universo.

Entre el 7 y el 15 de agosto, el instrumento SPHEREx puso en su punto de mira a 3I/ATLAS. ¿Su objetivo? Sacarnos una radiografía espectral, buscando pistas sobre el hielo, los gases y el polvo que guarda este relicario cósmico.

Precedente: el telescopio Hubble.

No menos importante: a finales de julio, el legendario Hubble detectó el cometa por vez primera en nuestra vecindad. Su imagen, con una coma etérea y extendida, permitió hacer un primer cálculo del núcleo: podría ir desde apenas 320 metros a más de 5 kilómetros y medio. No está nada mal para una bolita perdida del espacio profundo.

¿Por qué tanto interés? Lo que esconden los cometas interestelares

Cometas como 3I/ATLAS son cápsulas del tiempo. Literal. Llegan cargados de ingredientes y pistas originadas en otros sistemas solares. Todo lo que averigüemos de él, desde la composición de sus hielos hasta su morfología, puede ayudarnos a entender mejor desde la formación de planetas hasta cómo se esparcen compuestos orgánicos por la galaxia. Sin exagerar: es ciencia en estado puro.

Por desgracia, habrá que despedirse pronto de este pícaro cósmico. Pero los datos que están cosechando nuestros grandes telescopios nos asegurará tener material de estudio para mucho tiempo, respondiendo a preguntas sobre el nacimiento y el destino de los objetos que vagan entre estrellas.

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¿Quieres seguir explorando?

Si te ha picado la curiosidad, puedes buscar videos y recursos visuales sobre el cometa 3I/ATLAS en los canales oficiales de NASA y de misiones espaciales en YouTube, donde van compartiendo las últimas novedades y animaciones de este y otros viajeros interestelares.

La próxima vez que mires al cielo, piensa que allá arriba puede estar pasando algo extraordinario, aunque invisible a simple vista. Y que no, no necesitamos esperar a que la ciencia ficción se haga realidad. Porque ya está pasando.

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