Descubren en Utah un Rayo Cósmico Poderoso y Enigmático

Un resonante suceso en el mundo de la astronomía ha dejado boquiabiertos a los científicos: un misterioso rayo cósmico ha impactado contra la Tierra, marcando un hito significativo en la búsqueda de las energías más extremas del universo. El segundo rayo cósmico más energético conocido hasta la fecha ha sido detectado gracias a la colaboración internacional Telescope Array, cuyos detectores en el desierto de Utah (EE. UU.) capturaron este extraordinario evento. Este rayo cósmico ha sido bautizado con el nombre de la diosa japonesa del sol, en un intento por comprender la fuente y los fenómenos energéticos que podrían originarlo.

Energía Descomunal en el Cosmos

Los rayos cósmicos de ultra alta energía (UHECR), como se denominan, son sumamente excepcionales en el panorama astronómico. Su poder puede superar en más de un millón de veces la energía alcanzada por los aceleradores de partículas más potentes construidos por la humanidad.

Aunque los rayos cósmicos de baja energía se originan principalmente en el Sol, los UHECR se asocian a fenómenos más colosales del universo, tales como agujeros negros, estallidos de rayos gamma y núcleos galácticos activos. Sin embargo, gran parte de su física y los mecanismos de aceleración continúan siendo un enigma.

Proyecto Telescope Array: La Búsqueda Infrecuente

El experimento Telescope Array, dirigido por el profesor Toshihiro Fujii desde 2008, se ha convertido en un faro para el seguimiento de estos fenómenos. Este sistema de 507 estaciones de detección en el desierto de Utah abarca 700 kilómetros cuadrados, permitiendo la detección de estas partículas cuya frecuencia es extremadamente baja: menos de una partícula por siglo y kilómetro cuadrado.

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Amaterasu: El Enigma Cósmico

Uno de los momentos más destacados fue el 27 de mayo de 2021, cuando los investigadores detectaron una partícula con una energía de 244 EeV, clasificándose como la segunda más energética jamás registrada. Esta extraordinaria detección, comparable a la famosa partícula «Oh-My-God» observada en 1991, ha desafiado los límites previamente conocidos.

A pesar de la alta energía de esta partícula, su dirección de llegada no está asociada a ninguna fuente astronómica conocida, apuntando hacia una región escasamente poblada de galaxias en la estructura a gran escala del universo.

Hipótesis y Futuras Exploraciones

Denominada «Amaterasu», en homenaje a la deidad japonesa del sol, esta partícula se ha convertido en un enigma que aguarda respuestas. Las hipótesis sobre su origen han llevado a los científicos a considerar la posibilidad de una desviación magnética inesperada, una fuente aún no identificada en el vecindario extragaláctico o incluso nuevos fenómenos físicos más allá de nuestro entendimiento actual.

Este descubrimiento sin precedentes ha reforzado la necesidad de más datos y la actualización de los equipos de detección. Los investigadores, con su proyecto denominado TAx4, buscan ampliar su sensibilidad y, junto con la construcción de un observatorio de nueva generación, desean aclarar el enigma que representa este enérgico y misterioso rayo cósmico.

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